El verano es época de festivales al aire libre y a menudo comer entre multitudes o alejados de locales de restauración siempre termina complicándose. Sin embargo, los food trucks intentan ponérnoslo fácil.
Estos restaurantes sobre ruedas son la clara evolución de un concepto de sobras conocido, como el típico camión de los helados o la churrería ambulante, pero con una vocación mucho más gourmet. Con decoración temática y recetas trabajadas a un precio ajustado, se puede decir que estamos viviendo una auténtica fiebre de los food trucks. Esto hace que haya oferta para todos los gustos pero que la competencia no sea fácil y, si a esto le sumamos las pegas legislativas, un food truck está muy lejos de ser la vida nómada ideal que muchos pequeños empresarios imaginan y muy cerca de ser una pesadilla en retail.
Un foodtruck, más barato que abrir un bar
En España la respuesta a la crisis y a los despidos de muchos ciudadanos inquietos ha sido abrir un bar. Y si a ese ese ímpetu emprendedor le sumamos la sequía de crédito, obtenemos como resultado los food trucks, pues si se cuenta con un vehículo propio, la inversión inicial para conseguir un food truck es mucho más baja que para abrir un bar. Estas circunstancias particulares han propiciado que haya tantos food trucks que hasta se puedan celebrar eventos exclusivamente dedicados al sector y que incluso existan galardones al mejor food truck. ¡Si incluso hay una web a modo de red social de los foodtrucks! Y de Bilbao, por cierto.
Sin embargo, a veces la ilusión puede más que el sentido común y muchas personas se lanzan a emprender sin un estudio de retail previo. Y es que, para ahorrar en la fase inicial del negocio, lo más probable es que muchas customizaciones de food truck no estén avaladas por perspectiva estratégica de retail, cosa que puede tener unos resultados excelentes en la forma pero muy pobres en el fondo. Y es que un food truck es igual que una tienda física: ya puede estar decorada por un maestro fallero, que si la experiencia no es sencilla o agradable, difícilmente será rentable.
El escaso espacio es un condicionante
La lógica dice que, cuanto menor sea el espacio, más importante es diseñarlo y pensarlo con claridad. Muchos food trucks tienen cocinas más pequeñas que la mayoría de las viviendas, por lo no pueden dar salida a grandes demandas ni a cartas demasiado variadas, especialmente en eventos masivos. Por eso, muchos de ellos usan la furgoneta como mostrador pero luego disponen un espacio de cocina al aire libre en la parte trasera o acaban funcionando como pequeños puestos de comida fresca que en realidad se ha preparado en otra parte. En cierto modo eso desvirtúa la esencia del movimiento pero lo verdad es que abrir un food truck ya tiene suficientes limitaciones como para ser purista en este aspecto.
Problemas de abrir un food truck
El crecimiento desmesurado del sector hace que los food trucks no sean muy lucrativos por la enorme competencia que existe. Además, no hay que perder de vista que, en España, incluso comiendo de take away, preferimos sentarnos. Sin embargo, ese no es el principal bache en la ruta de los food trucks.
Y es que podría pensarse que, en cierto modo, este fenómeno ha ignorado nuestro contexto legislativo, con lo cual ahora contamos con centenares de restaurantes motorizados que deben enfrentarse a serias restricciones. De hecho, según la ley española, vender comida ambulante está directamente prohibido, por lo que los food trucks solo pueden acudir a eventos en los que sea posible llevar a cabo su actividad. El mercado se está desarrollando a un ritmo exageradamente más rápido que la legislación y eso siempre genera problemas.
Así, como toda innovación en un modelo de negocio, la movilidad de los food trucks está paradójicamente paralizada por un vacío legal. Como todo el mundo sabe, la localización es una de las claves del éxito en cualquier proyecto de retail, por lo que unos food trucks liberalizados permitirían a cada cocinero decidir su emplazamiento casi a diario. Eso es lo que sucede en EE.UU., donde quienes han apostado por este negocio sobre ruedas hacen su agosto aparcando en zonas frecuentadas o cerca de grandes centros de trabajo.
Restaurantes que se echan a la carretera con su food truck
En España, obtener ingresos exclusivamente de un food truck es una empresa arriesgada en la actualidad, especialmente si hablamos de pequeños ahorradores. Sin embargo, los que quizá pueden sostener un food truck económicamente son los restaurantes que quieran ofrecer a posibles clientes una experiencia pop-up y que quieran maximizar la exposición de su propuesta gastronómica. En un caso así y en nuestro contexto, los food trucks podrían ser todo un acierto y hay numerosos casos de éxito.
¿Qué opinas tú de este fenómeno? ¿Cómo crees que deberá adaptarse el sector? ¿Qué respuestas debería dar la ley? ¡Cuéntanoslo!